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Vacunar: ¿un nuevo papel clave para los farmacéuticos?

Con la llegada del invierno, ha llegado el momento de vacunarse contra la gripe. Muchas personas, a menudo mayores de sesenta años o con una condición médica específica, se vacunarán contra la gripe anualmente en octubre o noviembre. Un trabajo rutinario, se diría. Pero en Bélgica, esta pequeña inyección ha dado mucho que hablar entre los farmacéuticos y los médicos de familia últimamente. Cada vez es más frecuente la opinión de que los farmacéuticos deberían estar autorizados a administrar las inmunizaciones comunes, incluidas las vacunas contra la gripe y otras enfermedades prevenibles. Tanto la asociación de farmacéuticos de Flandes Oriental, Kovag, como la Asociación Farmacéutica Belga (APB) abogan por ampliar el papel de los farmacéuticos y dotarles del derecho legal a vacunar contra la gripe.

Vacunación

¿El motivo de este alegato? Cuando un belga necesita una vacuna contra la gripe, primero acude al médico de cabecera para obtener una receta, recoge el medicamento en la farmacia y tiene que pedir una nueva cita con el médico para que le administre la vacuna. Demasiado complicado según los farmacéuticos, y no podría estar más de acuerdo. Permitir que los farmacéuticos administren las vacunas no sólo es más cómodo para los pacientes -las prisas entre la consulta del médico y la farmacia pasarán a la historia, así como los tiempos de espera y los horarios limitados-, sino que también supondrá un ahorro de costes para nuestro sistema sanitario y, en última instancia, una sociedad más sana. El pasado mes de septiembre visité las Jornadas Nórdicas de Ciencias de la Vida en Estocolmo (Suecia). Una cosa que quedó clara en este evento es que si queremos ahorrar costes al sistema sanitario en Europa, tenemos que buscar formas de ayudar a la gente más rápidamente dentro de nuestro sistema sanitario actual. ¿Cómo? Por ejemplo, transformando a los farmacéuticos en puntos de atención primaria, como están haciendo en Canadá. En los últimos años, los farmacéuticos de muchas provincias canadienses han sido autorizados, entre otras cosas, a administrar vacunas contra la gripe. En Columbia Británica, Alberta, Nuevo Brunswick y Nueva Escocia se les permitió incluso administrar inyecciones para prevenir la hepatitis A o B, la varicela, el herpes zoster, el tétanos, el neumococo y la difteria. ¿La consecuencia racional? Una reducción del número de personas que requieren cuidados intensivos, lo que supone un gran ahorro para el sistema sanitario canadiense. La Asociación de Farmacéuticos de Terranova y Labrador calcula un ahorro de 1,1 millones de dólares en los costes sanitarios provinciales sólo en esa provincia, al permitir que los farmacéuticos vacunen(1). El argumento es sencillo: permitir a los farmacéuticos vacunar aumenta la capacidad del sistema y las tasas de inmunización, lo que se traduce en menos casos de gripe y menos personas hospitalizadas a causa de la gripe (u otras enfermedades prevenibles).

Otros países, como Irlanda, Portugal y el Reino Unido, también son conscientes de las ventajas de vacunar en la farmacia. Pero en Bélgica, los médicos de familia consideran que la vacuna contra la gripe es una puesta al día anual con sus pacientes y temen que el desconocimiento del historial médico del paciente por parte del farmacéutico sea un obstáculo. Al fin y al cabo, un médico de familia es quien mejor conoce a sus pacientes. Por eso abogo por una cooperación multidisciplinar. Como señala la APB: no hay ninguna intención de sustituir a los médicos de familia en el proceso de vacunación. El objetivo es investigar cómo los farmacéuticos pueden contribuir a aumentar el número de vacunaciones en Bélgica, simplificando y ampliando el acceso de la población belga a la vacunación. Al menos hemos abierto el debate sobre cómo organizar el sistema de vacunación belga, y los médicos de familia deben abrirse a la idea de los farmacéuticos como primer punto de atención para la vacunación. Y eso es necesario, yo soy la prueba viviente: el año pasado fui a la farmacia a recoger la vacuna de la gripe, pero no llegué a ir al médico. La vacuna todavía está en mi nevera.

Este debate se reduce realmente a una cuestión clásica de gestión de la calidad, y si el sistema sanitario en su conjunto fuera un cliente de QbD, permitir a los farmacéuticos -siempre que estén bien formados y entrenados, garantizando así la calidad del servicio- administrar las vacunas contra la gripe es precisamente el consejo que darían nuestros consultores.


(1)Sander B, Kwong JC, Bauch CT, et al. Evaluación económica del programa universal de vacunación contra la gripe de Ontario: un análisis de coste-utilidad. PLoS Med. 2010; 7:e1000256.

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